Iglesia exhorta al gobierno a hacer cumplir ley migratoria

La Iglesia Católica reiteró ayer que el gobierno está en la obligación de aplicar “sin demora y con seriedad” las leyes migratorias en el país, “tomando muy en cuenta las irregularidades que se viven en la frontera dominico-haitiana” y advirtió que no es posible una fusión de Haití con la República Dominicana.

En un mensaje con motivo del 175 aniversario de la Independencia Nacional, la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) también exhortan a prestarle atención urgente a la inseguridad ciudadana y a los elevados niveles de violencia en el país, para evitar que generen un clima irrespirable en la sociedad dominicana.

Sobre el tema migratorio, los obispos plantean que es una realidad nacional e internacional de la que ya ha hablado en abundancia, y citó el mensaje emitido en el 2005 titulado “Ante la creciente inmigración haitiana”.

 “Con relación a Haití, y respondiendo a voces que vienen de fuera, asumimos el ideario de Juan Pablo Duarte donde explica que no es posible la fusión de las dos naciones. Es necesario que el mundo sea consciente de esa realidad, sobre todo las naciones que desean que nosotros asumamos la solución de Haití”, expresa el mensaje.

Plantea que es indiscutible la ayuda que los dominicanos han dado y seguirán dando a Haití, pero asegura que también se requiere la solidaridad de la comunidad internacional, sobre todo de las naciones ricas y poderosas, para ayudar a esa nación a salir de su situación, y también que Haití asuma su responsabilidad.

Otros males
En su mensaje, los obispos sugieren que se adopte con urgencia un comportamiento ético en la sociedad dominicana para enfrentar realidades como el tráfico y consumo de drogas, la impunidad, la corrupción, las elecciones de 2020 y la inmigración, entre otros temas de interés nacional.

Al citar los acontecimientos que ensombrecen la sociedad dominicana, los obispos deploran las muertes por robos de motocicletas y celulares, pero también debido a la discusión por un parqueo, así como en medio de riñas apasionadas e irracionales y por tramas en busca de intereses particulares.

¿Cuántos nos hemos visto afectados por ella? se pregunta sobre la violencia, tras recordar la reciente Carta Pastoral de 2019 en la que se refirió a este flagelo como “un fenómeno multicausal” al que se debe prestar toda la atención a los más altos niveles.

Atribuye la inseguridad ciudadana a esa violencia que provoca el temor de salir a las calles por el miedo a un asalto o a que te quiten la vida.  “Enfoquemos desde la raíz el problema, para buscar soluciones conjuntas al mal que nos arropa”, agrega el mensaje.

Reitera su defensa a la vida humana en todas sus dimensiones, “desde su concepción hasta la muerte natural tanto del hombre como de la mujer. Es por ello que rechazamos toda forma de agresión a la vida: abortos, feminicidios, homicidios, suicidios”.

Con respecto al narcotráfico, el microtráfico y el consumo de drogas, precisa que es un detonante que destruye todo a su paso, además de que afecta a la familia y provoca crisis en sus miembros, como la salud de los jóvenes.

“Las recientes situaciones en este año 2019 así lo confirman. Por consiguiente, hacemos un llamado a las autoridades a fortalecer la lucha contra este flagelo”, expresa el mensaje de la Iglesia.

Recordó palabras recientes del papa Francisco, quien puntualizó que “es deber y tarea de los gobiernos abordar con valentía esta lucha contra los traficantes de muerte”, junto a “una mayor coordinación de las políticas antidrogas y contra la adicción, -las políticas aisladas no sirven: es un problema humano, es un problema social, todo debe estar vinculado- creando redes de solidaridad y cercanía con aquellos que están marcados por estas patologías”.

El mensaje de los obispos apunta hacia otras realidades que aquejan a la sociedad, como la impunidad, la corrupción, los vicios de la política y la indolencia.

Sobre la impunidad, indica que la falta de un régimen efectivo de consecuencias es un gris mensaje que provoca el desencanto social. “La impunidad favorece la pobreza, la violencia y cualquier delito. No puede prevalecer y, por tanto, debe haber consecuencias contra aquellos que cometen irregularidades y delitos”.

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